martes, 5 de abril de 2011

El bebé prematuro.

Es el que nace antes de las 37 semanas de gestación. Los problemas de este bebé se centran en la dificultad para adaptarse al medio extrauterino por su inmadurez y su bajo peso, ya que el mayor crecimiento se experimenta en las últimas 8 semanas de embarazo. Cuanto más pequeño e inmaduro, mayores son los riesgos de enfermedades del bebé.
Los sistemas respiratorio, nervioso, digestivo, renal, inmunológico y la visión pueden estar comprometidos, siendo el respiratorio uno de los más afectados. Los pulmones, para poder funcionar correctamente y realizar el intercambio de oxígeno hacia los tejidos del bebé, necesitan una sustancia llamada surfactante, que impide el colapso de los alvéolos pulmonares. El bebé prematuro tiene poco surfactante y esto le impide llenar sus pulmones con el aire ambiental. A este problema se lo denomina síndrome de membrana hialina. Básicamente el bebé no puede expandir sus pulmones y respirar por sí solo. Se le debe administrar surfactante artificial y soporte respiratorio con aparatos especiales.
El aspecto físico de los bebés prematuros es característico. Presentan una cabeza grande, desproporcionada con respecto a las extremidades, tienen una piel muy fina y brillante que transparenta las venas y arterias superficiales, la masa muscular es pobre, con las palmas de las manos y plantas de los pies enrojecidos y con pocos surcos. Los genitales están poco desarrollados con los testículos todavía sin descender hacia el escroto y en las niñas, los labios mayores no cubren a los menores.
El cuidado posterior al nacimiento no puede realizarse en casa ya que necesitan atención especializada, brindada por personal entrenado, y vivir en una cunita particular llamada incubadora. Esta actúa como un útero transitorio del bebé que lo mantiene con el calor necesario (tiene una temperatura constante de 30 grados y una humedad de 80-90%).
El alimento ideal es la leche materna, preparada para aportarle al bebé los elementos nutritivos y anticuerpos que todavía no puede generar. Por lo general el bebé no tiene la fuerza necesaria para succionar y debe ser alimentado por un tubito llamado sonda naso-gástrica que se acopla a una jeringa que contiene leche materna extraída con un sacaleche.
Es importante es valorar el tono muscular, estado de alerta, y respuesta a distintos estímulos. Los padres deben ser pacientes, los bebés prematuros son especiales y tienen su propio ritmo de adaptación. La mejor forma de ayudar al bebé es demostrarle amor, acompañándolo, hablándolo, permitiendo que perciba su presencia con todos los sentidos.

Cuando el bebé puede respirar sin ayuda y llega a un peso adecuado, no necesita del calor de la incubadora, puede alimentarse por succión y si no existen otros problemas, estará en condiciones para darle el alta.
En casa hay que extremar las medidas de higiene, evitar cambios bruscos de temperatura, vigilar la alimentación y el peso y evitar el contacto con mucha gente, que puede ser portadora de gérmenes que afecten al bebé.

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